Entre la abstracción y la acción: El rol de los protocolos en contextos de sequía y conflicto
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Cuando la bola no inclina más la cancha!
A la luz de los avances en materia climática a nivel mundial y de las múltiples iniciativas orientadas a fortalecer los planes nacionales de sequía, comparto estas reflexiones con el único propósito de seguir aportando al diálogo colectivo. No obstante, también reconozco el valor del silencio como un espacio fértil para la reflexión personal. Enfrentamos desafíos complejos que no pueden abordarse únicamente desde los espacios agendados o los foros internacionales. Es urgente abrir nuevos lugares de conversación, donde las respuestas puedan surgir desde los territorios, con sus propias voces, tiempos y saberes.
¿Por qué optar por un protocolo y no por un marco conceptual (framework) en contextos como el norte de Ecuador, donde los desafíos no solo son ecológicos, sino también políticos y transfronterizos, y donde los marcos abstractos han fallado en garantizar una participación real y efectiva de las comunidades más vulnerables ante la sequía? ¿Puede un protocolo, construido desde abajo y basado en conocimiento co-producido, ofrecer una vía más justa y efectiva para la gobernanza de la sequía?
¿Por qué ahora?
A pesar de los avances logrados en la COP16 de la UNCCD y los esfuerzos por fortalecer los planes nacionales de sequía, aún persisten muchas incertidumbres sobre cómo abordar esta problemática de manera efectiva. Aunque el enfoque y la intención son prometedores, la realidad es que los marcos y políticas existentes no siempre logran reflejar de manera adecuada las complejidades locales, especialmente en territorios vulnerables como el norte, una zona transfronteriza de cuencas hídricas y territorios vulnerables, de alto valor étnico y cultural, que incorpora otras dimensiones tanto Ambiental, como de seguridad hídrica, y política, de Ecuador.
En este contexto, el cambio real en la construcción de respuestas frente a la sequía con comunidades indígenas y rurales no se logra con una participación simbólica o superficial. ¨El verdadero cambio no se produce añadiendo algunos espacios a una mesa de negociación. Se produce cuando la reconstrucción de la estructura de negociación evita las conveniencias privadas¨. Es necesario repensar el marco de toma de decisiones, que con frecuencia responde más a agendas políticas o técnicas ajenas a las realidades y necesidades locales.
Mi propuesta de -protocolo- surge de la experiencia práctica en territorios de frontera, donde con las comunidades ya hemos estado coordinando, acciones hacia la comprensión del monitoreo, interpretando y actuando frente a los impactos de la sequía. Este protocolo busca reconocer ese conocimiento, articularlo con datos científicos y activar respuestas a través de estructuras de gobernanza locales, empoderadas y autónomas, no subordinadas a las decisiones centralizadas. A diferencia de los marcos genéricos, este enfoque permite decisiones claras, colectivas y contextualizadas, adaptadas a las realidades y desafíos específicos de las comunidades involucradas.
Gobernar la Sequía en territorios frágiles
Un enfoque efectivo, no es solo una alternativa teórica, sino una propuesta basada en el trabajo y las dinámicas locales, que busca integrar las perspectivas y saberes locales de manera justa y efectiva en los procesos de gobernanza de la sequía.
Hacia una gobernanza inclusiva de la #sequía: Acciones prioritarias
Para que la gobernanza de la sequía sea verdaderamente inclusiva y efectiva, es necesario ir más allá del diagnóstico técnico y apostar por transformaciones estructurales que integren capacidades locales, conocimientos compartidos y decisiones contextualizadas. Primero, es crucial fortalecer la capacidad local de monitoreo, invirtiendo en infraestructura hidrometeorológica gestionada por organizaciones comunitarias. Segundo, se deben institucionalizar indicadores comunitarios, integrando percepciones locales dentro de modelos como el DSiM (Megens, 2024), para activar respuestas oportunas. Además, es urgente fomentar plataformas de co-decisión, donde actores estatales, científicos y comunitarios puedan analizar datos de forma conjunta y definir acciones colectivas. Esto requiere también promover la apertura y la interoperabilidad de los datos ambientales, asegurando que la información fluya sin trabas burocráticas.
Finalmente, es clave adaptar los protocolos a realidades sociopolíticas específicas, considerando los efectos de conflictos, dinámicas fronterizas y cambios socioecológicos. Estas acciones constituyen la base de una gobernanza anticipatoria y justa frente a la sequía.