Hace casi tres horas que salimos del Puerto Juli Cué. A esta hora de la mañana el calor todavía no aprieta, el sol aún no pica. Alrededor nuestro, todo es agua. Sin embargo, falta agua. La altura de la Laguna Medina, como de todos los arroyos y canales que nos permitieron llegar hasta acá, está bajando. Hace más de un mes que no llueve. Manejar la lancha en estas condiciones es tarea nada sencilla. Nuestro movimiento sobre superficie depende de lo que pasa en el medio acuático y en la atmósfera. El cielo despejado se funde con el espejo de agua. La vegetación acuática nos regala una alfombra de embalsados verde brillante y flores lilas de una variedad del irupé[1]. Simultáneamente, lo que sucede bajo y fuera del agua dificulta el trabajo del motor.
TEXTO COMPLETO DISPONIBLE EN PDF ADJUNTO
[1] Hay quienes se refieren a esta flor como “falso irupé”. Pero no hay motivos para decirle “falso” como si otro fuese el “verdadero”, me dicen. Irupé a secas, el “verdadero”, suele ser el nombre utilizado para referirse a la flor grande que se abre como un plato. Los guardaparques vaqueanos que recorren hace muchos años el estero aseguran que los irupé ya no se ve acá por Iberá. Nuestras charlas me hacen pensar qué cambió en Iberá, cuáles son las transformaciones del paisaje, cómo viven los pobladores, quiénes reciben mil peros y quiénes pueden hacer sin demasiadas complicaciones. Cuando hablamos de cambio, ¿a qué nos referimos? ¿“cambio” es el cambio climático, la alteración del agua provocada por la ceniza producto de las quemas descontroladas en campos ganaderos, la contaminación por restos de fertilizantes químicos a través del agua que las arroceras vierten con bombas al río Corriente, la pérdida de calidad del suelo generada por los monocultivos forestales? La historia y forma de vida de los lugareños -de aquellos lugareños de carne y hueso, que tienen chacra, que cazan carpincho, que hacen pesca, que crían chanchos, que tejen lana de oveja, que usan celular y que resisten en su tierra el avance de los negociados en nombre de la “naturaleza”- es un camino para que veamos que “cuidado” y “actividad productiva” no son necesariamente antagónicos.